miércoles, 22 de octubre de 2008

La noche


Como tantas noches, se recostó sobre el marco de la ventana. Desde un piso dieciocho se podía ver la ciudad claramente porque la luna, ese día en particular, bañaba con su luz de una manera intensa. Hasta el cielo parecía limpio de smog.
Lo invadía una extraña sensación... el silencio, la oscuridad salpicada de luces urbanas y celestiales, y unos pocos seres noctámbulos como él... tanta armonía, tanta paz, tanta quietud no resultaban sorprendentes pero se sentía distinto, expectante. Y la mente empezó a jugarle una mala pasada... lo llevó por caminos comunes. Recordaba aquellas noches de confesiones con amigos, o las de amores furtivos, o la de una copa de vino festejando logros, o aquella en donde la melancolía lo envolvió, o la noche en el campo de sus amigos, mirando un cielo desconocido para el citadino. También vinieron a su memoria las noches de dolor. Hasta que finalmente dejó de pensar para empezar a sentir.
La noche siempre había sido su amiga, su refugio, su cuna, su consejera, su musa... él podía ver más allá durante la noche, desaparecían los límites... podía sentir su corazón en sintonía con el universo... sin embargo algo pasaba dentro suyo. Demasiadas sensaciones, emociones, percepciones... Cómo describirlo? se sentía al borde de un precipicio... y había que lanzarse en un acto de fe. Qué lo detenía? Acaso el miedo? La frustración? La desilusión? La desesperanza? La desconfianza?
Había llegado el momento, la espera -su espera- había terminado. Y saltó... porque el encuentro era inevitable... el amor lo estaba esperando.


Sandra Zárate

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