Una nueva obra

"Por momentos siento que el tiempo se me escapa. Entonces tengo una desesperada necesidad de dejar mi marca. De grabar mi nombre en cada piedra. De sujetar los médanos hasta inmovilizarlos. Quisiera ser un nido donde el viento se aquiete. Que por favor se detengan los planetas. Que el tiempo me espere, hasta que crea que por fin puedo convencerme de que también puedo ser aire.
Hay quien dice que lo único que queda de nosotros después de la muerte es la obra. Yo insisto en que no, en que queda el amor en los seres sobre los que lo hemos derramado. La obra, cualquier obra, sobrevive sólo si nos donamos a ella. La obra, lo que queda, es ese espacio que abrimos sobre el mundo para poder expresar nuestro deseo. Como un machete que se abre paso en la maleza, cada uno va dejando una senda. Esa sinuosa huella puede hacerse camino si cada vez que el filo que deshace los óbstáculos nos deja más cerca de nuestros sueños. (...)
No creo que haya una sola respuesta sobre lo que queda de nosotros cuando dejamos de funcionar. En todo caso ahora funciono.
Y me permito convencerme de que aquello que sobreviva de mí cuando mi corazón deje de latir no será otra cosa que esta necesidad, esta garra, este deseo permanente de seguir blandiendo el machete aún en la selva más cerrada."

Marta Dillon